Los asombrosos observatorios astronómicos prehispánicos que hay que conocer en México
Los habitantes del mundo prehispánico eran grandes observadores del universo y de los fenómenos astronómicos. Tenían calendarios precisos que, entre otros aspectos, les indicaban el tiempo de la siembra y de la cosecha. El sol y los astros celestes eran una guía para su vida diaria y una forma de estar en contacto con los diferentes dioses. Estos son los asombrosos observatorios astronómicos prehispánicos que hay que conocer en México.
Así, los observatorios de las distintas culturas prehispánicas tenían una función oracular que les indicaba la voluntad de los dioses. La antigua astronomía no era solamente un asunto científico, también se relacionaba con la cosmogonía y la religión y por eso hoy podemos encontrar todavía edificios dedicados a la observación de los astros en lugares importantes que tuvieron las culturas del pasado de nuestro país.
Observatorios astronómicos prehispánicos que hay que conocer en México
La sabiduría de los aztecas, olmecas y sobre todo la de los mayas es reconocida por la gran precisión para la creación de calendarios, el conocimiento sobre los diferentes eventos astronómicos y la relación que estos tenían en su mundo cotidiano. Estos son los observatorios astronómicos prehispánicos más célebres que podemos conocer en nuestro país.
El Caracol en Chichen Itzá, en la península de Yucatán
Es uno de los principales observatorios astronómicos prehispánicos de nuestro país. Más que el Sol, la Luna o los demás astros, para los mayas la ubicación de Venus en el cielo era el presagio de diferentes acontecimientos. Lo consideraban como el hermano menor del Sol y lo conocían como Ahzab Kab Ek o “la estrella que despierta a la Tierra”. En su cultura este planeta estaba relacionado con la guerra y le dedicaban ceremonias y batallas.
El Caracol es el famoso observatorio astronómico de la ciudad de Chichén Itzá, en la península de Yucatán. Es un edificio circular que recibe su nombre por la escalera en espiral que tiene en su interior. En su segundo piso cuenta con varias ventanas para la observación de Venus y otros astros. La astronomía ayudaba a los mayas a determinar los equinoccios y planear la temporada de siembra y cosecha, así como otros rituales importantes.
Cueva astronómica de Teotihuacán, Estado de México
Teotihuacán es “la ciudad de los dioses” o “la ciudad donde fueron creados los dioses” y según la mitología náhuatl es el lugar de origen del Sol y la Luna. En este lugar hoy no encontramos precisamente un observatorio astronómico. El lugar que tenían los teotihuacanos para observar los fenómenos celestes era una cueva natural, ubicada al sureste de la Pirámide del Sol.
Este lugar de cuatro metros de profundidad se adecuó con un altar y una escultura vertical de jade o estela, que sirve para observar y medir la entrada del sol a través de un orificio en el techo de la cámara. Según dicen, era un lugar secreto que servía para determinar datos sobre los solsticios y equinoccios mediante la intensidad y la posición del Sol con respecto a la estela que hoy permanece en el interior de la cueva astronómica.
Plaza de la estela de los dos glifos en Xochicalco, Morelos
Xochicalco significa “lugar de la casa de las flores” y es una antigua ciudad ubicada a 38 kilómetros de Cuernavaca, en el estado de Morelos. Entre sus muchos templos y pirámides, en ella podemos encontrar la llamada Plaza de la estela de los dos glifos, un lugar al aire libre que cuenta con una losa con glifos grabados en sus dos caras.
La posición del Sol con respecto a esta estela determina el solsticio de forma precisa e indicaba diferentes momentos rituales para los habitantes del lugar. Esta plaza, considerada como un adoratorio, era uno de los lugares religiosos más importantes de Xochicalco y está situada frente a la pirámide más grande de la antigua ciudad.
La cueva astronómica de Xochicalco, en Morelos
En Xochicalco también podemos encontrar una cueva astronómica natural que como la de Teotihuacán, sirve para observar el movimiento del Sol en el cielo. Está acondicionada con mampostería y un espacio en el techo se encarga de registrar el año solar y el transito cenital del Sol un par de veces al año, cuando la luz entra en la cueva para proyectar un rayo sorprendente.
Esta antigua ciudad estaba muy relacionada con la astronomía. El calendario prehispánico determinaba la fortuna de la gente según su fecha de nacimiento y también los días para realizar diferentes festejos y rituales para mantener así un equilibrio con el universo, además de ayudar en la siembra y la cosecha y hasta definir el tiempo para la guerra.
El edificio circular de Mayapán, en Yucatán
Otro edificio famoso por su función para la observación de los astros es el edificio circular de Mayapán. Esta ciudad es considerada como la última gran urbe maya anterior a la llegada de los españoles. En el interior de este edifico hay varios nichos con pinturas murales que mediante diferentes accesos en su estructura, determinan la posición del Sol en días importantes para el calendario.
Este observatorio de seis metros de altura forma parte del conjunto de la plaza central de la antigua ciudad y tiene un carácter ceremonial. Los antiguos pobladores mesoamericanos no tenían grandes telescopios, pero sí poseían un gran ingenio para definir la influencia y el movimiento de los diferentes cuerpos celestes que a su vez, los ayudaron a definir su sorprendente cosmogonía.
La alineación de la pirámide de La Venta, en Tabasco
No sólo los mayas y los teotihuacanos tenían en cuenta la influencia de los astros en su vida diaria. De hecho, se puede decir que cada una de las culturas mesoamericanas desarrolló su forma de observación y de estar en contacto con el universo. La cultura olmeca también es reconocida por su cultura astronómica.
La gran pirámide de La Venta, en la zona arqueológica del mismo nombre del estado de Tabasco, tiene una altura de 30 metros y está alineada en relación con el sol, coincidiendo así con diferentes fechas calendáricas. La sociedad olmeca realizaba sus diferentes actividades en conexión con el universo, incluso el desarrollo del juego de pelota, de gran importancia y carácter ritual.